miércoles, 28 de octubre de 2015

Conversando Contigo - Aprender a Morir


Cuando el miedo a la muerte no nos deja vivir

Todos tenemos claro que algún día moriremos. No obstante a veces pensar en el fin de nuestra vida se traduce en un sentimiento que puede causar verdadero terror para muchos. Amenudo podemos ver como las personas que se encuentran alrededor de otra que va a morir empiezan a sentirse muy angustiadas y a sentir un dolor profundo. Por otro lado la muerte y el miedo ante ella es para muchos la principal razón por la que las religiones han sobrevivido a siglos de historia.

En ocasiones, se trata de una realidad tan dura que muchos prefieren alejarse de ella y de los ritos que hay a su alrededor. Pero, ¿Tiene esto algo que ver con sentir que nuestro fin también está cerca? Es decir ¿Con el miedo que sentimos al pensar que también nos llegará algún día o de ver en los moribundos un espejo de nuestra propia muerte? Y es que la muerte nos recuerda que somos vulnerables y finitos, le dice a nuestro yo que tal y como se conoce, con independencia de que pueda evolucionar en otra forma, va a desaparecer.


No obstante, algunas personas magnifican tanto este sentimiento que puede llegar a crearse una auténtica fobia hacia la muerte, convirtiendo el miedo en pánico irracional, llegando a ser completamente intolerantes con todo aquello que tenga que ver con el mundo de la muerte.

Una de las fuentes de confusión que existen alrededor del miedo a la muerte es que, en su medida, es adaptativo porque nos hace estar alerta y evita que nos expongamos a situaciones de peligro. Sin embargo, cuando este se extremiza y se trasforma en fobia puede ser altamente incapacitante. Así, se pude dar la paradoja de que el miedo a la muerte sea a la vez el que nos impide vivir.


Además, el miedo a la muertepuede sacar a relucir muchos otros miedos como: el miedo al dolor, a la oscuridad, a lo desconocido, al sufrimiento, a la nada… Sentimientos que la imaginación, las tradiciones, las historias han ido transmitiendo de padres a hijos que nos hace atormentarnos y no dejarnos disfrutar de la vida.

Por otro lado, la muerte de alguien próximo, además de recordarnos nuestra propia vulnerabilidad, va acompañada de sentimientos de pérdida que minan nuestras defensas cognitivas y nos hacen más vulnerables a los pensamientos negativos obsesivos.

Respecto al origen de este miedo, muchos especialistas piensan que existe porque nos han enseñado a tenerlo. ¿Cómo? Una de las formas por las que aprendemos tiene que ver con imitar aquello que hacen otros; así, por ejemplo, si vemos a alguien restirar rápidamente la mano de un lugar asumimos que había algún peligro y lo tendremos en cuenta para no poner nuestra mano. Genralizando, si vemos que alguien teme a algo y no tenemos más información suponemos que ese algo será de temer.

Cuando el miedo aún no se ha convertido en fobia y simplemente se trata de un pensamiento reactivo y no incapacitante o condicionante algunas de las estrategias para controlarlo son:



–Aceptar la idea. La muerte existe y eso no lo puedes cambiar; pero si lo que hagas hasta ese momento.
–Creer firmemente en algo. Independiente de que sea verdad o no, la fe tiene muchas veces un gran poder trasformador.

-Poner el foco atencional en otro sitio, no le permitas a tu conciencia trabajar con este miedo o este pensamiento. Puedes hacerlo mentalmente (Ej: planificando lo que vas a hacer al día siguiente) o conductualmente (Ej: llamando a tu marido o mujer para preguntarle que tal te va el día).

Si este pensamiento empieza a generarte un gran mal estar, los pensamientos se vuelven recurrentes y este miedo empieza a condicionar tú vida debes consultar a un especialista.

No hay comentarios: